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Angels: la iniciativa que llega a Chile para mejorar el tratamiento del accidente cerebrovascular

  • Angels tiene como objetivo asegurar que los pacientes que sufran un accidente cerebrovascular reciban una atención adecuada en el momento oportuno y en el lugar correcto.

Cada 30 minutos fallece o queda discapacitada de forma permanente una persona que sufrió un accidente cerebro vascular (ACV), que podría haber sobrevivido de haberse tratado en la institución adecuada. En ese sentido, hay varios factores que pueden retrasar el tratamiento de esa patología, como la falta de reconocimiento de los síntomas o no tomarlos seriamente; la distancia al hospital o unidad especializada de ACV y las demoras en la toma de decisión del tratamiento1.

Con este desafío nace Angels, una iniciativa impulsada por el laboratorio Boehringer Ingelheim en conjunto con la European Stroke Organization (ESO), y que cuenta con el aval de la World Stroke Organization (WSO) y de la Sociedad Iberoamericana de Enfermedad Cerebro Vascular (SIECV). Su misión es mejorar el manejo del ACV a nivel internacional, asegurando que los pacientes obtengan la atención adecuada, en el momento oportuno y en el lugar correcto.

Para lograr este objetivo, la meta es aumentar el número de instituciones preparadas para manejar adecuadamente el ACV y optimizar la calidad del manejo en los centros ya existentes. En ese sentido, Angels es una iniciativa única de atención médica, que comenzó en Europa, pero que en la actualidad se ha extendido a otros continentes y países de Latinoamérica, como Argentina, Colombia, Chile, Ecuador y Perú, entre otros.

Actúa Con Velocidad

De acuerdo con la última Encuesta Nacional de Salud (2016–2017), el 2,6% de la población chilena ha reportado un accidente cerebrovascular, con un alza que se incrementó del 1,7% en la encuesta 2009-2010, al 3,2% en el caso de las mujeres. Además de ser una de las principales causas de muerte -una persona fallece cada hora en Chile a raíz de esta enfermedad-, los ACV pueden dejar secuelas permanentes en quienes lo padecen.

Se ha demostrado que la atención inmediata en centros de salud especializados o preparados reduce la mortalidad, discapacidad, complicaciones y duración de la hospitalización, conduciendo al mismo tiempo a una mayor independencia y posibilidades de que el paciente regrese a su hogar en el menor tiempo posible.

Existen dos tipos de ACV:

  • ACV hemorrágico, que se origina cuando una arteria del cerebro se rompe y se vuelca sangre al cerebro.
  • ACV isquémico, que ocurre cuando un coágulo sanguíneo bloquea una arteria e impide el paso de la sangre, conduciendo con frecuencia a una discapacidad severa o incluso a la muerte.

Reconocer los síntomas de un ACV es clave:

  • Debilidad de un lado del rostro
  • Pérdida (parcial o total) de la movilidad o sensibilidad de un brazo y/o pierna
  • Dificultades repentinas en el habla

Es vital buscar ayuda inmediatamente ya que el tratamiento debe iniciarse tan pronto como sea posible después de la aparición de los primeros síntomas, idealmente dentro de los 60 minutos desde la llegada al hospital1.

La iniciativa Angels aborda esta realidad proporcionando oportunidades a escala mundial y construyendo una comunidad de apoyo a las personas que han sufrido la enfermedad, destacando la importancia de un diagnóstico oportuno.

Entre otras acciones de relevancia, se realizan cursos formativos para el personal de enfermería, simulaciones virtuales, lecciones magistrales – online y presenciales-, además de normalizar los protocolos de tratamiento a través de un kit del ACV.

Dificultades para el abordaje

Los especialistas recomiendan estar muy pendientes a los síntomas que muestra la patología: pérdida de sensibilidad en la cara; falta de fuerza en un lado del cuerpo; mareo y dolor de cabeza repentino sin causa aparente; o alteración al hablar o imposibilidad de expresarse.

No obstante, la falta de reconocimiento que la población presenta acerca de las señales del ACV es sólo uno de los obstáculos para el tratamiento, ya que existen varios factores que llevan a un retraso en el proceso de atención. Por una parte, las personas no se toman en serio los síntomas, minimizándolos por lo general. En tanto, la distancia al hospital o unidad especializada en ACV, además de las demoras en la toma de decisión del tratamiento, completan las otras barreras para una reacción adecuada y oportuna.

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