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Bienvenida primavera, bienvenida las lechugas: El primer error

No hay vuelta atrás, ¡Ya comenzó la primavera!, llega el calor y con ello se vuelve a recordar algunas promesas que echadas al olvido, entre ellas, las  de cambiar ciertos hábitos para bajar de peso, pues “¡Ahora sí que es posible!”, y esa convicción supone tiempos mejores.

Una de las primeras cosas que se piensan después del relajo durante los meses fríos, es cambiar de forma definitiva la imagen que se tiene frente al espejo, ya sea reduciendo el peso o mejorando la figura.

Es así como comienza un fiel “matrimonio con la lechuga”, pues es necesario alejarse de todo mal. Se sataniza al chocolate, pan amasado, pastas, en fin. En este nuevo plan por un verano sin polera, sólo existe la lechuga. En ese escenario, sólo se puede ser infiel una que otra vez con un par de frutas, eso está permitido. Si son inofensivas, no pasa nada.

Pero… ¿Qué es lo que ocurre después de mucho, mucho esfuerzo? La pesa por fin se movió unos pocos números hacia la izquierda. Sin embargo, hay un detalle, los demás empiezan a preguntar: ¿Qué te pasó?, ¿Estás enfermo?, porque la verdad es que quien lo hizo, no se tiene buen aspecto, y empiezan las especulaciones: Son los años que ya se están notando, se agotó la juventud, la gravedad aumentó su fuerza porque “se le ha caído el rostro, el cuerpo y hasta la moral”.

Tras el fracaso y como el resultado no fue el deseado, comienzan una nueva búsqueda.

Así empiezan a desfilar la dieta de la luna, del repollo, del pepino, la paleolítica, la de la cebolla y un sin fin más… y pasarán meses con la frustración y la promesa de que aparecerá la dieta mágica.

Pero, ¿Por qué hay que restringir la comida?, ¿Son acaso el chocolate, el costillar o el delicioso pan amasado los culpables de todos los problemas? Por supuesto que no.

Lo primero es estar dispuesto a cambiar. No existen dietas que adelgacen, la dieta es sólo un estado temporal. Lo que existen son los hábitos permanentes de vida, que logran pérdida de grasa.

La alimentación funcional como parte de la realidad

No somos máquinas, y cada momento del día necesita un aporte diferente de nutrientes.
Hay que terminar con los vínculos afectivos con la lechuga, el apio y otros tantos vegetales, que son maravillosos, pero no para para ser los protagonistas eternos de la comida.

Por ejemplo, en la mañana, las grasa y las proteínas son lo más importante, porque en ayunas absorbemos el pull de proteínas y es el momento en donde se inicia la tarea de reparación del sistema. Es decir, que unos fantásticos huevos con tocino van bien ¿Les gusta desayunar con helado, queso crema, pan amasado y mejor aún con mucha mantequilla? Se puede, pero hay que tener consideraciones. El desayuno se debe realizar antes de las 8 am, porque nuestro sistema cambia a medida se inician las actividades y por la exposición a la luz solar.

Como dato: en septiembre de 2014, la Sociedad Americana del Corazón fue clara al decir que la grasa no engorda, ni está comprometida en el riesgo cardiovascular.

Con un desayuno contundente se elimina los picoteos varios, como la galletitas, el cafecito, en fin, todos esos aportes que ofrecen grandes problemas, porque la verdad es que son los que más engordan y deterioran también el presupuesto.

Luego viene el almuerzo, donde el mayor delito es utilizar la ensalada para rellenar. Nosotros no tenemos un sistema diseñado para transformar los vegetales en parte estructural de nuestro cuerpo. Es decir músculo, piel, hueso. Anote: La proteína en ave, frutos del mar, carne de soya, clara de huevo y vacuno es la mejor fuente para generar este proceso y mejor aún para hacer más eficiente la movilización de grasa. O sea, una persona adulta debe consumir, como mínimo, 120 gramos de proteína al almuerzo, y no media lata de atún o un huevo duro o dos láminas de jamón.

En la hora de almuerzo, la grasa debe comenzar a restringirse por la poca tolerancia en la absorción y por ende en los procesos digestivos. El carbohidrato sí es importante y tenemos varias opciones: Quínoa, cuscús, amaranto, fideos de arroz, wrap. Las peores opciones son los precocidos de papa, como las papas duquesa o el puré.

Para finalizar el día la regla es muy sencilla: Algo muy liviano como pescado, ave, o un yogurth con una fruta ¿El momento ideal?, después de las 5 pm, ya que no existen procesos en el tubo digestivo que puedan degradar las carnes rojas y las grasas, así es que sólo cumplen un papel de fermentación, es decir inflamación.

Una vez que se comienza a agotar completamente la luz del sol, el cuerpo biológicamente se está preparando para el descanso, por lo que no hay movimientos intestinales, y mientras más abundante sea la comida, se garantiza el reflujo y convertir el 100% de la ingesta en grasa porque nuestro cuerpo no lo puede procesar.

Ahora, debemos tener en cuenta que cada persona tiene una necesidad y ésta a su vez una solución. Aunque, en la mayoría de los casos se necesita de una intervención médica, porque este mundo de las dietas ha llevado a cometer muchos errores que han provocado en algunas personas, dificultades funcionales como: Problemas severos con la microflora intestinal, que es la que hace perder masa muscular y ganar grasa, enfermedades gástricas agudas y la intolerancia a ciertos alimentos.

En ese escenario, la medicina Ortomolecular juega un papel protagónico, ya que se trata de la búsqueda del equilibrio químico de la molécula como unidad funcional más básica.

Es decir, buscamos estar saludables a través de lo que comemos, la idea es que cada quien elija lo que come con herramientas. Se elige estar sano o enfermo. Si la opción es estar sano, además de sentirse bien se verá bien, ya que el peldaño más alto de la belleza natural es “la salud”.

Por Dra Angélica Orjuela

Coach en alimentación y Belleza Natural. Creadora del Programa de Entrenamiento Metabólico. www.mediser.cl

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