En 2014, según datos del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) 795 millones de personas sufrían de desnutrición crónica a menudo como consecuencia directa de la degradación ambiental, la sequía y la pérdida de biodiversidad. La meta de los gobiernos del planeta es erradicar el hambre para el 2030. Sin embargo, hay un nuevo problema que está ganando importancia en el panorama mundial.
El nuevo jugador
El Reporte de Nutrición Mundial 2015 (Global Nutrition Report) afirma contundentemente que ninguno de los países en los que se realizó el estudio estaba en camino de cumplir el objetivo de obesidad establecido por la Asamblea Mundial de la Salud.
La obesidad (cuando el índice de masa corporal excede es del 30% o superior) ha crecido continuamente desde el 2012. Inclusive, Europa y América Latina estaban empujando los promedios mundiales peligrosamente.
Se estima que en la actualidad, hay 1.9 billones de adultos con sobrepeso u obesidad (aproximadamente el 15% de la población mundial). Además hay 42 millones de niños con sobrepeso y aproximadamente 1 de cada 12 adultos padece de diabetes tipo 2.
Pero, ¿Por qué ha engordado tanto el mundo?
Según el informe, una de las consecuencias indirectas del aumento en el ingreso de las personas y al mismo tiempo de la reducción del precio internacional de los alimentos, es la obesidad. En los países desarrollados, el consumo de grasa y azúcar se ha disparado en cantidades muy superiores al promedio diario recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
En términos de azúcar, la OMS recomienda 50 gramos al día. Cuando se observan los datos es sorprendente que Estados Unidos, Alemania y Países Bajos consumen 126, 102 y 102 respectivamente.
En los primeros 10 lugares en consumo de azúcar por día, todos los países son desarrollados exceptuando a México, el único latinoamericano en estas posiciones.
El consumo de grasa no se queda atrás. En los 10 primeros lugares, dominados por los países europeos, solo dos naciones emergentes pero de ingreso alto (Arabia Saudita y Malasia) tienen un consumo superior a 78 gramos al día.
Sin embargo, el que la mayoría de los países latinoamericanos no se incluya en los primeros lugares no los exime de esta tendencia mundial. Las cifras de Colombia no son alentadoras. El 57% de los adultos del país tienen sobrepeso, el 13% de los niños padece de retrasos en el crecimiento y aproximadamente el 20% de las mujeres presenta anemia.
¿Cuáles son los costos y los beneficios económicos de mejorar la nutrición?
Aunque la obesidad se incrementa en el mundo, la desnutrición sigue siendo el problema más grande presente en la humanidad y el que mayor atención necesita. Los beneficios de la nutrición son indiscutibles y a continuación se presentan algunos datos determinantes.
Tan solo en Brasil, cuando los infantes menores de 12 meses son amamantados por sus madres, su ingreso futuro se incrementa hasta un 33% en comparación con aquellos que no tuvieron ese beneficio (especialmente en zonas de alta pobreza o violencia).
En Malawi, por ejemplo cada año el costo social del retraso en el crecimiento de los menores de edad equivale al 10% del PIB en términos de productividad.
En Estados Unidos, el porcentaje destinado a los tratamientos contra la obesidad oscila entre el 5% y el 20% del gasto total en salud de las personas.
Y quizás, el dato más sorprendente está en los países emergentes. Un estudio de 40 países de ingreso bajo y medio demostró que el ratio costo-beneficio de mejorar la nutrición en los menores de edad es de 16 a 1. En otras palabras, en Colombia cada $100 pesos invertidos en una sana alimentación y cuidados de salud representará $1600 de más en el futuro ingreso de la persona intervenida.
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